El fragmento debe ser como una pequeña obra de arte, aislado de su alrededor y completo en sí mismo, como un erizo -- Friedrich Schlegel --

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miércoles, 26 de octubre de 2011

Tales de Mileto

Tales de Mileto (ca. 624 - 547 a. C.)
  Pese a no ser el creador de la denominación, estamos de acuerdo en decir que Tales de Mileto fue  el primer filósofo en Occidente, el cual además de geómetra, astrónomo y uno de los Siete Sabios que se reconocían a inicios del siglo VI a. C., ha acumulado una cantidad de anécdotas dignas de su figura.  Se sabe que predijo un eclipse y maravilló a su época, aunque se discute el grado de exactitud de tal predicción, tal vez limitada a destacar la posibilidad de un eclipse en algún momento del año 585. El caso es que el fenómeno supuestamente anunciado aconteció a la vez que una batalla entre medos y lidios, y la batalla que quedó interrumpida.  Por otro lado, Heródoto juzga improbable que realmente ayudara Tales al rey Creso a atravesar el río Halis desviando su curso con una magnífica obra de ingeniería, y sugiere que probablemente utilizaron los puentes. De todos modos, Tales es un filósofo muy práctico, como demuestra la anécdota transmitida por Aristóteles de los molinos de aceite: quriendo demostrar (se supone) que el filósofo puede ser útil, y hasta enriquecerse si es su deseo (que no lo es), Tales habría alquilado a bajo precio los molinos de aceite de Mileto y Quíos después de varios años de malas cosechas a causa de una pertinaz sequía; cuando llegaron las ansiadas lluvias y las aceitunas, abundantes y maduras, se acumulaban para entrar en las prensas, Tales realquiló los molinos de inmediato. Aristóteles comenta que se trató de una estratagema comercial bastante corriente (aún lo es), pero que se le atribuye a Tales debido a su fama de sabio. Esto último dice mucho de Aristóteles, del mismo modo que dice mucho de Platón esta otra anécdota famosa sobre nuestro Primer Filósofo: "Cuando estudiaba los astros, se cayó en un pozo, al mirar hacia arriba, y se dice que una sirvienta tracia, ingeniosa y simpática, se burlaba de él, porque quería saber las cosas del cielo, pero se olvidaba de las que tenía delante y a sus pies” (Teeteto, 174 a). Acto seguido apostilla Platón que la misma burla cabe hacer de todos los que se dedican a la filosofía, porque desconocen en verdad los detalles de la vida de los vecinos (y no sólo ignora lo que hacen, sino que les pasa inadvertido incluso si se trata de seres humanos o de alguna otra criatura, llega a decir Platón); sin embargo, a la hora de saber qué es en realidad el ser humano, al menos los filósofos se esfuerzan en investigarlo. He aquí por tanto, las dos caras opuestas de un mismo personaje legendario: el lado práctico y realista junto al lado teórico e idealista. Ambas facetas han acompañado a la filosofía a lo largo de su historia. 

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