El fragmento debe ser como una pequeña obra de arte, aislado de su alrededor y completo en sí mismo, como un erizo -- Friedrich Schlegel --

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viernes, 8 de julio de 2016

May Sinclair invoca a Kant para explicar el Idealismo y encuentra el Aleph


May Sinclair y su gato Jerry
   Mary Amelia St. Clair Sinclair, May Sinclair, nació en 1863 cerca de Liverpool y murió en 1946. Hoy se la recuerda ante todo por sus cuentos fantásticos, pero éstos se hallan muy condicionados por sus intereses artísticos y filosóficos. Podría decirse que May Sinclair representa en el siglo XX un papel parecido al que George Eliot llevó a cabo en el XIX, ambas novelistas y filósofas. Escribió unas veinte novelas, además de ensayos sobre George Meredith,  las hermanas Brontë o los imaginistas de principios de siglo. En su novela más valorada, Mary Oliver (1919), emplea la técnica del "stream of conciousness", término que fija a partir de la psicología de William James. Publicó dos libros en defensa del Idealismo, y llegó a formar parte de la prestigiosa Aristotelian Society a partir de 1917. También estuvo muy interesada en el Psicoanálisis, contribuyendo a la creación de la primera institución de esta corriente en Londres, la Medico-Psiychological Clinic. Ambas fuentes, la Filosofía (en concreto el problema del mal) y el Psicoanálisis (el deseo sexual) se cruzan en sus relatos más conocidos, como "Villa Désirée" (1926) o el que más le gustaba a Borges: "Donde el fuego no se apaga", que el autor de "El Aleph" tradujo junto con el que vamos a comentar abajo en 1934, quince años antes de su famosa fantasía sobre un universo de cuatro dimensiones.
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   Entre los soberbios relatos de Uncanny Stories (1923) se halla uno que por su elevado vuelo filosófico puede pasar un tanto desapercibido. Se titula "El hallazgo del Absoluto", y leído a la luz de las especulaciones borgianas puede resultar tan interesante como los más celebrados de esta autora:
   El Sr. Spaulding es un reflexivo y atormentado filósofo que ha dejado de lado los problemas morales a cambio de erigir un sistema idealista puramente teorético. ¿Cómo podrían la estupidez o el mal formar parte del Absoluto? Ahí están por ejemplo sus insoportables parientes, y sobre todo la traición de su joven esposa, que acaba de fugarse con un poeta imaginista. La infidelidad de su mujer hace que se resquebraje su fe en la metafísica, hasta entonces erigida sobre meditaciones que partían del yo como fuente racional de la realidad; pero ahora tiene que enfrentarse al insalvable problema del mal. Como en un vaso con grietas, el agua de la confianza del Sr. Spaulding empieza a perderse tras la huida de su esposa, y cuando la joven pareja muere, el uno por sus excesos con el alcohol y la otra de neumonía y de pena, el Sr. Spaulding los sigue casi de inmediato... Para reencontrarse con ellos en el mismísimo cielo. 
   El relato se divide en tres partes, y el episodio del cielo es el segundo. El Sr. Spaulding es guiado por su esposa y su amante, que le van explicando en primer lugar qué hacen allí los tres (el amor a la Verdad y a la Belleza los ha salvado) y cómo es la vida, o mejor la conciencia, en ese nuevo estado. Pues bien, la vida en el cielo es la confirmación de las teorías de un Idealismo de tipo kantiano enriquecido con notas de Schopenhauer y Hegel: cada mente o cada ser es un tiempo y un espacio particular, capaz de construir gracias a la Voluntad un Absoluto propio y diferenciado que es al mismo tiempo la única realidad existente (para esa conciencia, es decir, de manera absoluta). En este mundo la Ética no se rige por los mismos patrones que el mundo físico, y la idea de lo que está bien o mal (por ejemplo la malhadada infidelidad) está, digamos, fuera de lugar o se supedita a otras Ideas superiores, como la Belleza. De ahí que el poeta alcohólico y robaesposas esté tan campante en el cielo y adoctrinando al recién llegado. Para explicarle mejor su nuevo estado, acuerdan invocar nada menos que al propio Immanuel Kant, quien se aviene a detener un momento la contemplación del cielo estrellado para razonar con su alumno acerca del Espacio y el Tiempo. En el cielo, estas nociones son relativas al modo de Einstein, y para demostrárselo, Kant invita al Sr. Spaulding a una experiencia final, que constituye la tercera parte del relato. Se trata de llegar a captar el "tiempo tridimensional" (explicado sobre el modelo del espacio tridimensional, que es volumen), y cuando en efecto el Sr. Spaulding logra experimentarlo, vemos asomar a su conciencia todas las caras presentes y futuras del espaciotiempo anunciando el Aleph borgiano, el nirvana budista, los viajes en el tiempo, los agujeros negros o el multiverso, en tres o cuatro deslumbrantes páginas escritas en 1923.





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